ASIA: GOLONDRINOS CON LOS DÍAS CONTADOS

En los últimos días, personal del RENIEC (Registro Nacional de Identificación y Estado Civil) vienen investigando las identidades y los domicilios que hasta el momento ya han reportado un buen número de electores, familias enteras que –insólitamente- han fijado como su domicilio en parques de Asia que no existen, en las plazas de los anexos que nadie los conoce, en viviendas inhabitables. Y lo más grave, en domicilios de familias asianas que desconocían que compartían domicilios con personas que en su vida han visto. 

Y para el colmo de los colmos, en muchas casas humildes (de una habitación, una sala y una cocina) hay de cinco a diez familias distintas con esa misma dirección. Apellidos que no corresponden a los naturales de Asia. No resiste análisis estos sucesos. Se trata de electores estrictamente golondrinos. La tarea sigue en curso: eliminar todo voto golondrino para las próximas elecciones. 

Como comentábamos hace un tiempo, son unos 1,500 votos golondrinos que aparecieron en las elecciones del 2010, duplicándose la cantidad de mesas de votantes. Con 1,500 votos golondrinos y más los votos de los verdaderos asianos es suficiente para elegir una autoridad en Asia. Es por eso, que los miembros del RENIEC siguen caminando de sol a sol para ubicar al elector y el domicilio. Ayer me comentaba uno de los encargados del RENIEC, que el domingo último, por ejemplo, ya no se les permitió votar a un buen número de estos electores golondrinos. Y esa –sería- también una razón por la cual no prosperó el voto nulo, que promovía anular estas elecciones como lo dice el mismo volante que en días y horas previas a las elecciones inundaron Asia. De los promotores de esta tendencia nos eximimos de mayores comentarios porque ya es harto conocido. 

Pero sí es tiempo de que los asianos tengamos autoridades auténticas, elegidas democráticamente por nuestra propia población. Ya basta de que otros vengan de afuera y elijan por nosotros y pongan autoridades que no nos representan. Los asianos merecemos respeto.

Por: Iván Reyna Ramos