LOS PALOS Y EL ARBITRO BOLIVIANO AYUDARON A CHILE



El partido de anoche pasará a la historia popular del fútbol peruano como otra victoria que nos quitaron de las manos, al igual que el triunfo frente a Austria en las Olimpiadas del 36, que fue anulado. Lo de Santiago pasará a la lista de los resultados que nos robaron.

Más aún en este caso, pocas veces se ha visto que cuatro veces la bola haya chocado en el palo, mientras que el réferi boliviano estuvo parcializado por los dos penales que no habría cobrado, así que, si queremos ser optimistas, el marcador debió ser 8 a 4 y nosotros debimos haber ganado.

Incluso, si buscamos las condiciones para ir creando una leyenda, tenemos la perfecta combinación de una noche en la cual estuvimos increíblemente salados, con un partido en el cual el árbitro también nos ha perjudicado. Así que tenemos excusas y explicaciones para todos los gustos y colores. Por lo menos, el imaginario popular no ha sido defraudado.

Sin embargo, después del gran entusiasmo del partido contra Paraguay, en realidad, lo de anoche ha sido como un baldazo que nos ha enfriado. Pese a la garra que demostraron los jugadores en el segundo tiempo, el resultado nos ha despertado al hecho de que no será fácil llegar al próximo Mundial en este largo camino que durará dos años y que recién se ha iniciado.

De cualquier manera, la entrega demostrada por los seleccionados ya denota un cambio. En la anterior eliminatoria entraban a jugar derrotados, y lo peor es que no parecían siquiera estar interesados. Ayer se les vio, más bien, con vergüenza y motivados, lo cual nos deja esperanzados.

Así que no nos queda más que guardar, por el momento, el escapismo del fútbol en el cajón y volver a la frialdad del mundo real. Tendremos que preocuparnos por el impacto de la crisis internacional o escandalizarnos por las absurdas propuestas que presentan nuestros parlamentarios. Pero no se desespere, amigo lector, que ya llegará el siguiente partido en el cual seamos ganadores y, durante unos días, al menos, nos sentiremos nuevamente en el cielo.

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