Elías Ávila, el mejor amigo de las Lomas de Asia

Foto: Juan Delzo Huisa
Un pago a la tierra con hojas de coca y frutos. Fin del ritual. Se inicia la caminata por una ruta biodiversa, dirigida por Elías Ávila, quien avanza a paso firme, seguro de sí. Lo hace tan bien que no queda ninguna duda de que conoce estos terrenos de norte a sur, de este a oeste. Desde Camotillo hasta Gonzalío. Desde Páchika hasta Cueva de León.

Así es como deja sus huellas impregnadas por esas quebradas. Es más, portodos los rincones explorados de las 8.500 hectáreas de las Lomas de Asia (provincia de Cañete, Lima). “De pequeño anduve por aquí, en ese entonces, todavía pasteaban los animales de los campesinos”, abre en su mente el baúl de los recuerdos.

Elías usa un traje de camuflaje, zapatos todo terreno y una gorra para salvaguardarse de la inclemencia del sol. Pide seguir al pie de la letra sus indicaciones y sugerencias. Él conoce tanto del lugar que le resulta realmente sencillo señalar por sus nombres los vestigios arqueológicos, las figuras rocosas, los insectos, las aves, los roedores, las plantas silvestres y las flores.

“Existen más de 130 plantas reconocidas por los botánicos. En esta época que, para muchos no es de lomas, tenemos el mito, la tara, el heliotropo, la trompeta, el pensamiento y el zapatito de bebé. También están las silvestres, como la papa, la quinua, el tabaco, la manzanilla y el tomate. Solo son algunas de las que embellecen el paisaje”, continúa la tertulia ecoturística.

Un par de kilómetros más arriba detiene sus pasos. Respira profundamente. Aire puro a 900 m.s.n.m. y –bueno, sí, sí– un poco del agua cosechada por las atrapanieblas. “Los tanques están ubicados estratégicamente en esta zona”, cuenta. “Más arriba se encuentran las atrapanieblas”, agrega. Avanza hasta allá. Brinda más detalles.

Ahora guarda absoluto silencio. Su mano derecha apunta a un cartel que tiene una fotografía de él. Vuelven las palabras. “Los otros guías me hicieron este reconocimiento por ser el más antiguo”, infla el pecho de orgullo, mientras su mirada se pierde en el horizonte. Viaja en el tiempo y recuerda que “sobreviví aquí durante el tiempo en que las lomas todavía no eran un proyecto”.

Y es que Elías es un hombre de palabra. “No podía dejar morir a las plantas”, es la promesa que les hizo a los integrantes del grupo de paz que llegaron hace años con la idea de reforestar con tara y crear un pulmón ecológico.

Con esa mentalidad, movilizándose en una bicicleta, cargó agua desde su casa, ubicada en Asia pueblo, hasta la zona de reforestación. Cuido a casi 460 plantas. No se echó para atrás en ningún momento. Se comportó como ese mejor amigo que está en las buenas y las malas. Todo un ejemplo.

Él sabe que aún hay mucho por hacer, pero gracias al buen desempeño de Iván Reyna, director del proyecto, y al apoyo de la Comunidad Campesina de Asia, el lugar que tanto ha cuidado está tomando el valor y el impulso que requiere. “Quiero que esto surja mucho más de lo que ha avanzado hasta ahora”, es su anhelo…


El dato
Las Lomas de Asia es un proyecto ecoturístico administrado por la Comunidad Campesina de Asia. En la zona se han implementado rutas ecoturísticas que muestran increíbles paisajes, vestigios arqueológicos, y flora y fauna propia del lugar.

Por: Luis Pérez / Revista Rumbos

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