Deportes de aventura animaron el festival del plátano maleño


Adrenalina y sabor se combinaron el fin de semana en los pueblos de Mala y San Antonio. Y es que, paralelamente al tradicional festival del plátano maleño, y por primera vez en la historia, los locales pudieron gozar de diversos deportes de aventura.

Texto y fotos: Iván Reyna Ramos

Seis de la mañana en punto, un nuevo amanecer para los pueblos de San Pedro de Mala y San Antonio en la provincia de Cañete. En la antigua Panamericana Sur se estiran algunos puestos de tamales y chicharrones. Un espumante café termina de despertar los sentidos, es el desayuno del pueblo, ya faltan pocos minutos para que empiece la Primera Exhibición Interdistrital de Deportes de Aventura y el VIII Festival del Plátano Maleño. La emoción puede palparse en las calles.

Un contingente de bicicleteros calienta la plaza de San Antonio. Entonces aparece Wally Valderrama, el men de los deportes de aventura, que abrió ruta en Huaraz y Lunahuaná cuando nadie la conocía, y algo así se propone realizar en estos dos distritos al norte de Cañete. Mientras tanto, los ciclistas, ya afinaron piernas, y parten rumbo a Mala.





El plátano de mala
Pero la nota la pone Doña Delia Quispe Zevallos, que, con sus 99 años de edad, apareció con su canasto repleto de provocativas uvas. Ella vive en el anexo de Bujama Alta. Dice que la edad no es mayor problema, tiene una hectárea de viñedo, de la cual logra cosechar generosos racimos. “Hijito, a mi edad, yo todavía trabajo la chacra y todo lo que cosecho lo vendo en el mercado de Mala”, dice con admirable amor propio.

Aunque el plátano se cultiva en todo el valle de Mala, es en los sectores de Santa Inés, Santa Enriqueta, Santo Cristo (Bujama Alta) donde se encuentran las mejores cabezas que ostentan calidad y cantidad. “Bueno, ostentaban”, me corrige Arturo Huapaya, uno de los agricultores del fundo Los Huarangos quien sostiene  que en los últimos diez años los productores se han visto perjudicados por los balnearios de Asia y una minera local, que, al sobreexplotar el agua subterránea mediante pozos eléctricos, viene produciendo el agotamiento de la napa freática.

De manera que el popular plátano maleño, especialmente el de la isla –llamado así porque en 1520 el misionero Tomás Berlanga introdujo un clon de plátano en la Isla Española Santo Domingo, actual República Dominicana- ya no es el de antes, ni en cantidad ni en calidad, ni en sabor ni en textura. Aún así, el plátano maleño batalla por su recuperación.

Templos con historia
Una vuelta por el pueblo de Mala –guiado por Julio César Delgado- es conocer sus fervorosas capillas como el Señor Crucificado, donde yace una cruz y un Cristo de madera de olivo traído de España en tiempos de la Colonia. A un lado de la carretera que va a Calango, se levantan los restos moribundos de lo que fue la imponente casona de la hacienda La Rinconada del empresario algodonero Raúl Azín. Y a unos metros de cara al río Mala se alza la iglesia La Barranca, la más antigua del valle, que data de 1818 y reconstruida en 1991. Fortunato Chumpitaz es un vecino que les pone corazón a estas iglesias de tanta historia.

Y al otro extremo del valle, en San Antonio, el profesor Félix Chumpitaz nos conduce hacia un mirador perfectamente acondicionado donde la vista se engríe recorriendo la estupenda campiña, el pueblo de Mala, Santa Cruz de Flores, Azpitia, San Antonio, el sitio arqueológico La Ollería, y el resplandor del Océano Pacífico.


Olas de arena
La delegación que acompaña al tío Wally aterriza en el río Mala. Dos botes de la agencia Candela Tours de Lunahuaná prueban por primera vez los rápidos de este río. Los canotistas dicen que, para empezar, todo está perfecto. Y desde estas olas del río vamos directo a las dunas de San Antonio que se levantan de cara a la idílica playa León Dormido. Es un día de espejismos. Los experimentados en deportes de sandbording como Javier Valdez, Rafo Motta y otros más empiezan a conquistar los arenales empinados. La brisa marina y el infinito cielo azul parecen dibujados en óleos impresionistas.

Y tras las olas de arena, las olas del mar y unos bravísimos jinetes de la motonáutica doblegan la playa La Ensenada de San Antonio. Kiko Chia es el más ranqueado, y pese a tener sólo tres años en este deporte, ya ha sido ganador de Pro Stock, Pro Open, en Endurance en la F2 de Perú, y campeón mundial en Havasu, Arizona, Estados Unidos. Un lujo para los asistentes que alucinan a Chia al pegar saltos increíbles y sus piques a velocidades extremas. Todo un espectáculo en el litoral cañetano.

Antes de volver a Lima, el alcalde Carlos Salazar de San Antonio, Víctor Hugo Carbajal de Mala, y Wally Valderrama de la Asociación Latinoamericana de Deportes Aventura (ALDEA), coincidieron en que fueron dos días de reconocimiento por los terrenos de la adrenalina, y que el próximo año será igual espectacular o mejor. Que así sea.

Recomendaciones de viaje
-Si va en auto propio, en el Km. 86 de la Panamericana Sur tomar un desvío que lleva a Mala. En Lima hay buses en la Av. Abancay, en el cruce con el Jirón Leticia (6 soles el pasaje, 2 hora de viaje).
-En Mala, un buen restaurante es La Huaca (Av. Marchand s/n, altura de la playa Totoritas). Tel. 530-8598 / centroturistico_lahuaca @hotmail.com
-Puede hospedarse en “Las Rocas” que se ubica en la Panamericana Antigua 489, Mala. Tel. 339-6283.
-No olvide llevar ropa de baño, bloqueador solar y repelente de insectos.

-Contacto: Julio César Delgado, guía de turismo de Perú Outdoors. Tel. 985846678 / delgado_vega@yahoo.es / www.peruoutdoor.com

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